HAY QUE COMPARTIR LAS ENSEÑANZAS DE JESÚS (Mt 28,16-20)

martes, 27 de mayo de 2014

send email
print this page
Jesús predijo en la Ultima Cena el abandono y reagrupamiento de los discípulos en Galilea (27,31-32). El ángel y el mismo Jesús ordenan a los discípulos reunirse en Galilea (28,7.10). Aquí tiene lugar la aparición de Jesús, que se desarrolla en un contexto de libertad (unos adoran, otros dudan). Jesús declara que ha recibido la plenitud del poder salvador. Por ello los envía en misión, para hacer actual en los hombres este poder. El modo concreto será hacerlos "discípulos"  que comparten las enseñanzas y vida de Jesús. Para ello deberán bautizar-incorporar al Padre, Hijo y Espíritu Santo. 
El grupo que comparte la vida trinitaria deberá vivir de acuerdo con esta vida, según enseñó Jesús. Para hacer posible este mandato Jesús resucitado estará dinámicamente presente en la Iglesia, como “Emmanuel”, hasta el final de la historia.

Lo fundamental de lo que dice Jesús es el encargo que confía a los discípulos de hacer asimismo discípulos a todos los pueblos. Ahora debe estar abierto a todo aquello para lo que fueron elegidos. No se exceptúa ningún pueblo, ni siquiera el obstinado pueblo de Israel. Eso debe suceder de una doble manera, por medio del bautismo y de la enseñanza. Es raro que no se nombren a la inversa estas dos maneras. Para poder bautizarse primero se tiene que creer. Pero aquí debe decirse que el bautismo solo no basta, aunque sea fundamental para la vida del discípulo. El bautismo tiene que acreditarse en la vida según la enseñanza del Maestro. Las dos cosas juntas producirán discípulos que merezcan este nombre...
El bautismo debe efectuarse en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. No será un bautismo penitencial para perdón de los pecados, como el de Juan el Bautista (3,6.11). Tampoco será el bautismo de muerte, al que Jesús tenía que someterse en representación de la humanidad (Mc 10,38s). Este bautismo será un bautismo para la vida con Dios. Se invoca sobre el bautizado el nombre del Padre y por consiguiente este nombre ya realiza de antemano aquello de lo que se hace definitiva donación al fin del mundo, es decir, el obsequio de la filiación de Dios: «Bienaventurados los pacificadores, porque serán llamados hijos de Dios» (5,9). En el bautismo deben llegar a ser hijos del Padre, y deben vivir como hijos, tal como lo quiere el Padre. «Así seréis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, el cual hace salir el sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia sobre justos e injustos» (5,45).Y resumiendo: «Sed, pues, perfectos, como perfecto es vuestro Padre celestial» (5,48). Sobre el bautizado se invoca el nombre del Hijo y se establece la unidad de vida con el Hijo. Desde este día en adelante tendrá validez que el que hace una obra buena a uno de sus hermanos más pequeños, lo hace al mismo Jesús. Porque el más pequeño también es hermano entre los hermanos en el mismo Hijo Jesucristo. Especialmente de los apóstoles se podrá decir: «Quien a vosotros recibe, a mí me recibe, y quien a mí me recibe, recibe a aquel que me envió» (10,40). En el juicio Jesús se declarará en favor de los que se han declarado en favor de él, y negará a los que le han negado (cf. 10,32s). El que por amor ha alimentado a un hambriento, ha dado de beber a un sediento, ha vestido a un desnudo, ha visitado a un enfermo o preso, en el juicio experimentará que todo eso fue hecho a Jesús (25,40). Porque Jesús se hizo hermano de todos, y todos han participado en su filiación... (cf. Gal 4,6s).
Los discípulos tienen en Jesús un poderoso protector. “Yo estoy con vosotros todos los días hasta el final de los tiempos”. La mirada está dirigida a la amplitud y lejanía de un largo tiempo. Solamente tiene su horizonte allí donde la era actual queda relevada por la venidera. Antes que el Hijo del hombre se manifieste como juez, estará con sus discípulos y sostendrá su actuación. Jesús está presente entre ellos de un modo espiritual y eficiente. No solamente cuando están reunidos alrededor de la mesa y piensan en la muerte de Jesús y comen el santo manjar, sino siempre y en todas partes. La nueva comunidad de la salvación no solamente se declara por doquier partidaria del único Señor, sino que lo tiene en medio de ella. (El Evangelio Según San Mateo, Trilling, Wolfang, pag 352-354).


ACTUALIZACIÓN
Tres puntos nos dejó el Señor Jesús antes de su Ascensión. No solamente era para los once discípulos, sino para todos los creyentes. No somos cristianos si por no cumplimos con el mandato de Jesús.
En primer  lugar dijo “Vayan y hagan discípulos entre todos los pueblos”. El llamado es a esparcir la fragancia del Evangelio por doquier. En segundo lugar les dijo a los discípulos que bautizaran en el “nombre del Padre del Hijo y del Espíritu Santo”. Hoy el sacramento del Bautismo ha caído en una especie de requisito obligatorio en la sociedad, no es visto como un don de Dios, donde a través de él se hace hijo de Dios. Hay que recatar la belleza y el significado del Bautismo, para ello los obispos y sacerdotes deben prestar su total atención, y también deje de ser visto como una entrada de dinero a la Iglesia.
Por último el Señor les dijo: “Enséñenles a cumplir todo lo que he mandato”, hay que hablar de Dios a tiempo y destiempo, su mensaje debe llegar a los cuatro puntos cardinales, de lo contrario le hemos fallado.




Recomiendalo:

0 comentarios:

Publicar un comentario

Deja tus comentarios

 
Design by Grupo Delecluse | Publicado por Orlando Carmona | Powered by www.orlandocarmona.com.ve El lugar que se encuentra en misión permanente.
© Copyright 2012-2013  LA WEB DE ORLANDO CARMONA All Rights Reserved.