La
reflexión sobre el Evangelio de Mt 5,1-12 que quiero compartir es de GIORGIO
ZEVINI y PIER GIORDANO CABRA en su libro “Lectio divina para cada día del año”,
la comparto porque me parece muy pertinente y nos hace reflexionar sobre el
plan de Dios en nuestras vidas y nuestra verdadera identidad. “El evangelio
según Mateo puede ser estructurado en torno a cinco grandes discursos que
acompasan el discurrir de los capítulos. El primer gran discurso, que tiene su
comienzo en este fragmento, amplifica y despliega el anuncio profético
originario de Jesús: «Conviértanse, porque el Reino de los Cielos está cerca»
(Mt 4,17; cf. 3,2; 10,7). Es como una gran incrustación en la que temas y
palabras se reclaman formando un cuadro global de gran efecto.
En
nuestro fragmento (Mt 5,1-12) se puede subrayar, en primer lugar, la fórmula de
las bienaventuranzas: todas están construidas siguiendo un modelo semejante. Se
parte de la proclamación de la bienaventuranza, que se dirige siempre a
categorías «débiles» en la historia, para anunciar que esta debilidad está
puesta en las manos de Dios (éste es el sentido de la forma pasiva y del tiempo
futuro de los verbos). En todas ellas, en efecto, la promesa contenida en la
segunda parte corresponde a la expectativa de la primera. A los que lloran les
corresponde el consuelo de Dios (v. 4); a los humildes, Dios les entregará la
tierra (v. 5); a quienes tienen hambre y sed de hacer la voluntad de Dios (de
justicia, según otras traducciones), Dios los saciará; con los que tienen un
corazón misericordioso, Dios se mostrará misericordioso (v. 7); se mostrará
plenamente transparente a los que tienen limpio el corazón (v. 8); tomará como
hijos e hijas a quienes construyen la paz (v. 9).
De
este esquema general se apartan, en cierto modo, la primera y la octava
bienaventuranzas, que forman una gran inclusión, puesto que ambas prometen a
«los pobres en el espíritu» (v. 3) y a «los perseguidos por hacer la voluntad
de Dios» (la justicia, según otras traducciones) (v. 10) el Reino de los
Cielos. Estas dos bienaventuranzas adquieren así una densidad especial, mientras
que la última aplica este anuncio evangélico a la situación de persecución por
la que pasa la comunidad cristiana. El «Reino de los Cielos» se convierte de
este modo en el código que permite comprender las bienaventuranzas y, además,
todo el Evangelio.
Finalmente,
podemos subrayar el hecho de que haya una última expresión ligada al Reino de
los Cielos: se trata de la expresión «voluntad de Dios» («justicia», según
otras traducciones) (5,10; cf. 6,33). Su sentido no corresponde a ninguna
actitud legalista, que, en 5,20, está incluso condenada expresamente. Voluntad
de Dios o justicia remiten, aquí y en otros lugares, al designio del Padre
sobre la historia y a la transformación que Dios mismo provoca en la misma; de
ahí que la exhortación final de esta primera parte del evangelio, a primera
vista excesiva, sea en realidad anuncio de la verdad del cristiano como hijo de
Dios: «Vosotros sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto» (v.
48).
Actualidad
También
nosotros hemos sido creados a imagen y semejanza de Dios. Y lo que produce en
nosotros la imagen divina no es otra cosa que la santificación, esto es, la
participación en el Hijo en el Espíritu. Así que, después de que la naturaleza
humana se hubiera encaminado a la perversión y se hubiera corrompido la belleza
de la imagen, fuimos restaurados en el estado original, porque mediante el Espíritu
ha sido reformada la imagen del Creador, es decir, del Hijo, a través del cual
viene todo del Padre.
Tu
verdadera identidad es ser hijo de Dios. Esa es la identidad que debes aceptar.
Una vez que la hayas reivindicado y te hayas instalado en ella, puedes vivir en
un mundo que te proporciona mucha alegría y, también, mucho dolor. Puedes
recibir tanto la alabanza como el vituperio que te lleguen como ocasiones para
fortalecer tu identidad fundamental, porque la identidad que te hace libre está
anclada más allá de toda alabanza y de todo vituperio humano. Tú perteneces a
Dios y, como hijo de
Dios, has sido enviado al mundo. Dios, has sido enviado al mundo
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