El
texto se inicia con un tiempo cronológico en Lucas “en el año quince del reinado del emperador Tiberio” es decir, el
año 28/29 de nuestra era. Entonces era Poncio Pilato procurador de Judea
(26-36); Herodes Antipas, tetrarca de Galilea (4 a.C. - 39 d.C); su hermano
Filipo, tetrarca de Iturea y de la Traconítide, que están situadas al norte y
al este del lago de Genesaret (4 a.C. - 34 d.C). Lisanias era tetrarca de
Abilene al noroeste de Damasco, en el Antilíbano (Lisanias murió entre el 28 y
el 37 d.C). Las indicaciones de Lucas se han visto confirmadas por ins cripciones
y por historiadores antiguos. Además de las autoridades civiles se indican
también las religiosas: el sumo sacerdote en funciones José Caifás (18-36 d.C),
junto al que gozaba de gran prestigio su suegro Anás, que le había precedido.
El
texto continua diciendo que la “Palabra”
(ῥῆμα gr. rhema) del Señor se dirigió a Juan el hijo de Zacarias, en el
desierto, él recorría toda la región del Jordan predicando el bautismo del “arrepentimiento”
(μετανοίας gr. metanoías) para el “perdón” (ἄφεσιν gr. afesin. Denota también
libertad) de los pecados, tal y como estaba escrito en el libro del profeta Isaías
“Voz del que clama en el desierto: Preparad el camino del Señor, enderezad sus
sendas; todo barranco será rellenado, todo monte y colina será rebajado, lo
tortuoso se hará recto y las asperezas serán caminos llanos. Y todos verán la
salvación de Dios” (Is 40,3-5). El profeta Isaías ve en una visión una
espléndida procesión a través del desierto. Dios, el Señor, va en cabeza de su
pueblo, que retorna en caravana de Babilonia a la patria. Una voz se levanta en
el desierto por el que avanza la comitiva e invita a preparar un camino real.
Esta palabra dirigida a los que regresan a la patria se entiende ahora en forma
nueva. La voz del que clama en el desierto es Juan. El Señor —el Mesías— viene,
y con él su pueblo. La preparación del camino se entiende en sentido religiosomoral;
se llama a penitencia, conversión y retorno a Dios, bautismo de penitencia para
el perdón de los pecados. Obra verdaderamente gigantesca: trazar un camino por
el desierto; transformar los corazones. Toda carne ha de ver la salvación de
Dios. El tiempo de la salvación está alboreando. Dios lo prepara para «toda carne»,
para todos los hombres. Va a cumplirse el anuncio profético de Simeón: Una «luz
para iluminar las naciones» (2,32). El predicador de penitencia y conversión, el
precursor Juan tiene una misión para todos los tiempos. Hay que preparar con
penitencia un camino a la salvación del Señor.
Actualidad
El
tiempo se acorta cada día, es necesario hacer de este mundo un lugar de paz, la
gran pregunta seria ¿por dónde empezar? En nuestras familias esta el camino que
nos lleva a realizar un mundo mejor. Jesús tiene que nacer diariamente n cada
uno de sus integrantes, es necesario conocerlo, amarlo, pero sobre todo
seguirlo.
La
conversión que Dios quiere de cada uno de nosotros no es un giro de 360° para
quedar en lo mismo, se necesita cambios profundos en nuestra vida, tiene que
haber perdón, misericordia, amor, bondad, paz, alegría y sobre todo esperanza
en que todos veremos la salvación de Dios.
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